This time we had a quarrel that almost breaks my heart

He desayunado un rollo de salami picante con pepinillos y mantequilla en una gasolinera. Me lo he tragado sin contemplaciones, le he dejado la papeleta al estómago y me he puesto en marcha. Hoy mis 136 quilómetros entre Kingman y Seligman coincidían perfectamente con la ruta 66. El día me ha puesto a prueba de lo lindo. La temperatura ha caído hasta ocho grados debido a la altitud, 1.700 msnm, y la borrasca. De las ocho horas y media de pedaleo, cuatro han sido bajo la lluvia. Desgaste físico muy serio, conservar la temperatura consume. Contaba con mojarme, pero no tan pronto!!

Ocurren otras cosas. Aquí en EEUU tienen un teléfono especial: el 911. Lo publican en señales de color azul en las carreteras. Si alguien ve algo inconveniente puede llamar y dar reporte: un conductor ebrio o temerario, un accidente and so on. De modo que eso es lo que ha hecho alguien: ha visto un vehículo extraño y ha dicho voy a llamar. Lo sé porque una sirena me ha obligado a detenerme. La agente me ha pedido la documentación y la ha comprobado por radio. Yo más firme que un garrote, pero nada más, ha sido muy amable y me ha dado un par de buenos consejos.

Luego he parado en la cantina de carretera de Hackberry. Había varios moteros comiendo, y había también una belleza, -de verdad bella-, un cañón que se apoyaba en la barra. Esta no estaba de paso. Al barman le gustaba, solo hacía falta observar dos minutos para darse cuenta que ese impulso venía de lejos, algo frente a lo que no se puede mantener indefinidamente el cierre echado. Ella le sonreía afectuosa, al barman redondo y aseado, y visitaba de reojo a los rudos poilus de la sala. Y recordé aquella costumbre curiosa de antaño, aquel estilo de posesión, una fórmula para dirimir apetitos y pretensiones basada en el condominio, el pacto no escrito por el que se aceptaba disfrutar los frutos de la tierra, según los productos o las estaciones, por dos propietarios simultáneamente a medias, de forma que si uno gozaba de las cosechas bajas y habituales el otro disfrutaba las venturas de las ramas de los árboles. Difícil para cualquiera determinar qué señorío sería más ventajoso, cuánto más complejo sería escoger del amor de esta mujer entre sus cuidados diarios o su ardoroso deseo, pues a saber, separada así en partes entre dos hombres, de quien serían sus mejores rentas. Armarse de inflexibles estipulaciones quizás no sea la mejor forma de incrementar la tajada, es dudoso que el barman no se percatara. Quizás el dilema entre quedarse a ras de suelo o arriesgarse a alzar el vuelo tenga una parte de audacia y el resto sea hacerse a la costumbre; y ella no lo dudaba, can´t find a better man.

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