Tribute to Bauhaus

Anoche me hospedé con una familia en una granja. A la hora de la cena esperaba sentado en la mesa de la cocina, bien callado y en formal expectación, cuando entró el cabeza de familia sacudiéndose las manos. Con buenos gestos se disculpaba por la tardanza y me explicaba qué la había causado, venía de esquilar una oveja, y sin escatimar ocurrencia hizo una explicación de la técnica que era una alegoría de la alta peluquería. Por asociación de ideas, y también por confraternizar, mientras comíamos la cena le pregunté en broma si él les cortaba el pelo a sus hijos y esposa. De muy buen humor por mi deducción se apresuró a presumir de llevar a cabo ese trabajo varias veces al año. Entonces me miró el pelo y lo señaló interrogativamente. Embriagado de hermandad por la velocidad con que nos habíamos entendido, cabeceé sonriendo estúpidamente, confundiendo de paso a mi anfitrión, quien dio por sentado que mi contento era por el encargo que él acababa de aceptar. Pensé en publicar la foto que me hizo al terminar el trabajito, pero no siempre una imagen vale más que mil palabras. Y él sonreía, era un campestre feliz, casi engreído de su derroche, de su inesperada hospitalidad, sin imaginar que aquel corte de pelo fue un auténtico acto de violencia doméstica. Luego, hablando frente al espejo me decía que mi peinado suele atenerse a criterios prácticos y pocas preocupaciones estéticas, pero nunca esperaba alcanzar semejante distancia entre una y otra cuestión.

Por la mañana me despertó el sonido de la maquina de esquilar, o…. salté de la cama y corrí al baño buscando el espejo; fuera, en el pasillo del motel una chica pasaba la aspiradora. Otro terrible despertar. Bufffff!!!!!.

de Peoria a Gilman, 142.

1 comment

  1. Comment by Ivan

    Ivan Reply junio 7, 2015 at 9:13 pm

    Jajajaja, me parto. Buena suerte compañero, ya queda menos.

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