Raring to

Ha sido mi peor día, he llegado al hotel cuando ya caía la noche, completamente vacío. La compensación de todo esto ya la sabéis. Salí a las 6:00 y desayuné en un Macdonals a las 10:00. Sí ya lo sé, pero tenía mucha hambre, pedí dos hamburguesas extras con patatas fritas y un refresco doble. El caso es que la encargada del local vio y leyó la vela a través del cristal. Ni corto ni perezoso se vino de cara a mi y sudado como estaba me abrazó y dijo: “gracias por luchar contra el cáncer señor, gracias por lo que hace”. Entre los clientes de las mesas hubo un murmullo de aprobación. Le pregunté si ella tenía alguna historia sobre el cáncer que quisiera contarme, pero no pudo continuar hablando, apretó los labios y se retiró dentro.

Esto me dio fuerza para lo que venía. En Denville empezó el calvario, un desvío en la ruta me condujo a través de una carretera de montaña, 60 kilómetros de subidas y bajadas, algunas cuestas del 13% con gravilla suelta en las que Amelia patinaba y no podía subir. Tenía que apearme y subir caminando y estirando de ella, caminando con todo el peso a cuestas. Han sido largas horas de lucha al nivel más alto sin paréntesis ni tregua, concederme el más mínimo descanso era la trampa para detenerme. Llevo varios días superando doce horas de pedaleo efectivo. Último esfuerzo, ya estamos!!.

De Boalsburg a Hazleton, 175 kms

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