Sábado de entrenamiento

Existe un significado desigual en tocar la cabeza a un niño europeo o a un niño japonés, en cómo interpreta una mirada directa un finlandés versus un sudafricano, tampoco en toda cultura se entiende del mismo modo vaciar por completo lo que te han servido en el plato, ni si siquiera el gesto común de dibujar el ok con los dedos índice y pulgar carece de versiones. Los hechos son los mismos pero las consecuencias diferentes. Hay no obstante otras experiencias en que no nos diferenciamos en absoluto, por ejemplo en lo mal que sienta meterse en un bache. El golpe seco del bache es un simulador de realidad que produce un perfil de reacción universal, con solo tropezar con el mismo bache dos extraños sienten más hermandad que luego de cien páginas explicándose sus costumbres. En esto desgraciadamente el whike es un fenómeno, con sus tres ruedas, una delantera y dos traseras, lo pillas todos. Este sábado pasé por una carretera en mal estado ceñida por árboles que a trozos abovedaban el camino; qué suertes tan dispares, mientras las ruedas negociaban con los socavones, la vela acariciaba las hojas.

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