Una terapia peligrosa
noviembre 8, 2014
Una diminuta araña prendió un cable de seda en la orilla de la vela ante mis narices, al momento su balanceo y mi cabeceo quedaron sincronizados y por espacio de veinte minutos insistimos en hipnotizarnos el uno al otro, sin resultado naturalmente al ser la primera vez que ambos lo intentábamos.
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