A wasp didn’t sting me

Hoy pronosticaba un día de buen provecho y de relativamente fácil resolución. Pensaba en hacer otros doscientos. El viento empezó temprano a favor y las nubes de la virulenta tormenta que había descargado durante la noche se perdían en el cielo hacía el oeste. Transitaba por estas dulces y confiadas zonas residenciales de Ohio tan fáciles de querer para uno y los suyos. Y esta fue la última observación feliz.

Mira que salgo cada mañana bien dispuesto a afrontar los desafíos del día, de buen humor, pero hoy he sufrido la presión constante de los contratiempos, un safari de descalabros, hoy he percibido el desenfreno del mundo contra mi entereza hasta el extremo de preferir la llegada del siguiente golpe antes que soportar la angustiosa espera de su inexorable aparición. La tarea de Sisifo era un saldo comparada. Deja que pose para ti, dijo el diablo del infortunio al poco de salir, y me rompió dos radios. Nada que hacer excepto compensar la falta apretando los otros. Media hora perdida. Después, a lo largo de la mañana se me fue despertando un dolor en la rodilla izquierda sin el cual me las hubiera arreglado mucho mejor el resto del día. Paré a comer y eso hizo que me diera alcance la tormenta, la cual en secreto había dado la vuelta cuando yo dejé de mirar y se lanzó en mi persecución hacia el este. Y empapado como estaba, pinché una rueda. Así que busqué un lugar apartado de la carretera y con ropa mojada y viento fresco robando mi temperatura me puse a reparar. Hora y media de trabajo, por dificultades con la cubierta y la fijación de los frenos. Al terminar mis manos estaban negras de mugre y mi ropa llena de barro. Con todos mis respetos, aquellos ilustres estoicos empeñados en que la seguridad y el confort no son buenos, que empequeñecen el alma y debido a ello han de ser tenidos por ignominiosos, debían opinar desde su melancólico retiro porque si hoy hubieran estado aquí…… Más tarde, llegando a Galion, una avispa se paró en mi pulgar derecho y empezó a palpitar como una alarma de evacuación. Y yo, ni caso.

De Lima a Galion, 134 kms.

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