Courier

Anoche me hospedé en el Cow Palace, no voy a entrar en la traducción, allá cada cual. El ambiente vaquero estaba muy logrado, el olor también. Al terminar la ducha salí del baño, rodeé la cama y al pasar cerca de la puerta de la habitación pisé una nota que alguien había deslizado por debajo: «Te esperamos en el bar, tomaremos una cerveza», rezaba. Tenía faena de sobra, ropa sucia, escribir el blog, responder mensajes…., esto me irritaba un poco conmigo mismo; realmente si no quería bastaba con decirme que no la había visto, pero me vestí y bajé porque era la única cosa que no me mataba de pereza. El bar estaba desierto, había poca luz, excepto una esquina en la que estaban aquellos dos bebiendo cerveza. Era de esperar. Me alegré colosalmente de conservar la bolsa verde. Me dominé. El barman me trajo una Indian Pale sin que yo la pidiera y se sentó con nosotros. Ellos ya se conocían. Chapurreaban el español. Predeciblemente habían visto en internet usabywhike y esto les había proporcionado cierto motivo de interés, estaba claro, pensé, que se había despertado su curiosidad, y yo me encargué de animarla con entusiasmo, por si tramaban contra mi. Charlamos . Llegado un punto el que parecía más bestia de los dos, Phil, exclamó, ¡A Nueva York! Al principio de la conversación no le había gustado que le hiciera repetir su nombre, es tan simple que pensaba que le tomaba el pelo, casi arruino en un segundo mi salvación. El otro, el que parecía un infeliz en manos de un destino mal escrito, se llamaba Brad, y su acometividad eran fanfarrias de baladrón comparada con la brutalidad innata que rezumaba Phil. El barman ni idea, pero me espeluznaba ver que disfrutaba de la reunión hasta el punto de quitarse los zapatos. No puedo contar sobre ellos porque no me pareció buena idea indagar en sus cosas. A cambio su coche fue tema de mucha conversación. La forma en que había llegado a su poder era de lo más truculenta. Pero esto ya lo cuento en otro post. ¡A Nueva York!, dijo, la bolsa tiene que llegar a Nueva York, continuó Phil, tú nos la vas a llevar, a nosotros nos buscan, viajaremos más seguros sin ella. Eres el mejor transporte imaginable, ¿la tienes eh? Hubo un silencio y en medio de él se escuchó: ¡un dólar por kilómetro!, la voz salió disparada y súbitamente se derrumbó como una pelota de bádminton. ¡Era mi voz! Un dólar por km, repetí. Aun me retumban en el oído las carcajadas. Pero nadie dijo que no. La cerveza desde luego la pagaron ellos.

Y hoy iba desde Lamar hasta Sharon Springs, 169 kms de plana y levemente ondulada corteza terrestre, estucada de verde, infinitud verde, no hay pósito para todo esto. La carretera era recta, y en la lontananza, tras una breve confusión visual, se volvía también verde; estaba convencido que si seguía lo suficiente sin desviarme tarde o temprano acabaría por pasar por el mismo sitio. Al llegar al punto intermedio Lake Sheridan, una mujer se ha acercado a un miembro del equipo de rodaje y le ha preguntado si yo estaba cansado. En tal caso si lo deseaba podía quedarme a dormir en la iglesia, ella se encargaba, y si no me importaba podía aceptar alojarme en su propia casa; el resto también estaban invitados. Solo nos advertía por si nos asustaba su perro, pero es que le resulta muy útil para cazar serpientes de cascabel, esta mañana sin ir más lejos ha descuartizado una. Y en el tiempo que podría decirse que dura el acto la luz subía y bajaba de intensidad por el paso rápido de nubes bajas.

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