Oh my god, look at that guy.

Exclamó un niño de cuatro años sentado con sus piernas blanquitas juntas en la acera de una calle de Bayfield. Yo me preguntaba si acaso habría aprendido a pelar una mandarina antes de referirse a mi con semejante aplomo. Pero no llegamos a discutir. Iba de Durango a Pagosa Springs, 106 kilómetros y entre medias dos pasos de montaña por encima de los 2.300 msnm, lluvia intermitente, ya sabes, esas nubes; y mal aire. Circulaba a seis por hora pero las mariposas lo tenían peor, venían de cara a toda velocidad, les era imposible hacer parada en las flores; qué cabreo si el carrito de los postres pasara a esa velocidad por el comedor.

He conocido a Jack Day. ¿Qué hace Jack?, pues era un ingeniero y ahora es un cicloturista sénior. Se jubiló hace cuatro años, después de cuarenta años produciendo videoclips para grupos musicales y toda clase de piezas audiovisuales y campañas publicitarias de empresa. Entonces se encontró con sesenta y siete, una esposa desaparecida y tres hijos crecidos e independientes. ¿Qué podía hacer para no olvidarse de vivir? Nunca había practicado ciclismo y se preguntó a sí mismo si podría. Claro que se puede. Siempre se puede, y cuanto más alto decimos que no podemos más claro queda que no queremos. Bien, dicho esto, continúo la historia. Así que para comprobar si podía decidió ir de San Francisco a Nueva York, en cinco meses. No está mal como bautismo. Desde entonces cada año, ya van cuatro, hace un viaje de varios meses recorriendo rutas escénicas y parques naturales de Estados Unidos. Hoy es un cicloturista experimentado que cuenta unas historias fabulosas sobre la vida y las personas. En sus ojos vi que no necesita hablar del pasado para sentirse realizado, y lo más importante, que a sus setenta y un años sigue siendo un hombre que inspira a los demás.

Jack me preguntó si la vela ayuda y la respuesta que le di resultó ser una analogía. El viento, le dije, tiene que tener un empuje continuo, no racheado, las rachas son malas, desestabilizan. El viento tiene que oscilar en un rango de intensidad razonable, si es apenas una brisilla no sirve de nada, si se pasa de fuerte hay que ponerse a cubierto. Y tiene que venir en la dirección adecuada, cuanto más adverso más maestría necesito. En definitiva, sostenibilidad, liderazgo responsable y estrategia; lo que carecen ocho de cada diez PYMES en España, y esto es un factor de vulnerabilidad ante el menor giro de las circunstancias.

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