Tertulias de bicicleta

De entre los libros divertidos que escribió Mark Twain hay uno que lo es especialmente. Lo que hace aun más curioso al “Pretendiente americano” es que en su escritura omitió toda referencia meteorológica y paisajística, prescindió de ese recurso narrativo para enmarcar la acción. En lugar de eso M. T., en un alarde de humor, incluyó al final de la novela un pequeño catálogo de unas pocas páginas con una selección de los mejores tiempos que distintos autores habían descrito, para que el lector eligiera uno a su gusto si es que lo había echado de menos.
En estos días en los que muy pocos se alegran del tiempo que les ha tocado vivir, en los que la dificultad es algo más que una excusa, sería una ventaja contar con la magia de escoger el entorno a capricho. A mi también me hubiera venido de perlas este fin de semana, por culpa de la borrasca me he visto forzado a un entrenamiento indoor, ocho horas en el sillín de la bicicleta estática, un hamster en su torno preguntándose por qué no cambia nada.

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